dimecres, de juny 08, 2005

LA PALABRA COMO SÍNTOMA

Las fronteras son la demencia de los líderes
con que tapiamos nuestros miedos,
con lápidas para que nadie de apodere
del cuerpo podrido, ya sin aliento.
En extensas sabanas, la inteligencia
halló refugio en nuestra fragilidad;
inconsciente, el chamán aplicaba
su delirante veneno a nuestra locura.
Huérfanos de refugios, animales de deseos,
pulimos la lasca y se reveló el puñal;
ninguna palabra puede resucitar el pasado,
ni abrir la tumba de nuestros ancestros;
mas como un bálsamo nos serena,
después del sudor que moldea
la carne, que lenta se pudre
cuando de la obra, quedan sus ruinas.