divendres, de juny 03, 2005

Regreso al Recuerdo

Hubo espacios que no exploramos, pero que permanecemos en ellos, eternamente.
La pandilla la formábamos Iker, que era el mayor y el que más mandaba, Maria, Roger, Tob, el pequeño y orondo Pablo, siempre quedándose a la zaga, y, aunque el recuerdo me falla, creo recordar que había un amigo invisible, que se ha disuelto en las tinieblas, junto a Buba, nuestro ordenador portátil, y mascota torpe y bonachona, que yace descuartizada en alguno de nuestros cuartos trasteros.

Jugábamos en un pequeño suburbio de una ciudad satélite. Era un barrio tranquilo, con nuestra calle favorita, donde había un kiosko, una panadería, una auto-escuela, un tanatorio, otro kiosko, una peluquería, una pequeña tienda de ultramarinos, y poco más.

En verano, nuestro campo de acción se agrandaba, cuando nuestros padres nos permitían coger las bicicletas ( después de un largo castigo, fruto de una aventura que por poco nos costara la vida).

Dado que los padres de Maria eran los más flexibles , empáticos y persuasivos, pronto aquel verano pudimos recorrer otros barrios desconocidos, traspasar la urbe, y por los caminos flanqueados por prados, penetrar por bosquecillos en busca de madrigueras, y más allá, cuando subíamos por veredas costaneras hacia los primeros picachos, desde donde ya se podía contemplar , tras localizar bellos miradores, todo el valle, y con los prismáticos, nuestro colegio, con su patio vacío; el centro comercial, donde todos los fines de semana decidíamos por intuición qué película íbamos a ver. Y hasta la casa.

Rodeada por un feraz jardín, la fronda casi no permitía divisar desde la gran puerta herrumbrosa y vallada, el desvencijado caserón, sólo habitado por una familia de fantasmas, según hicimos creer a Pablo, un doctor acusado de asesinato y de experimentos ilegales, su mujer , que no se enteraba de la película, y el hijo.

Como cada septiembre, llegaba el curso escolar, y nos reuníamos al mediodía del comienzo, para debatir qué apodos y qué defectos tenían los nuevos profesores.Planeamos nuevos proyectos: misiones secretas, códigos indescifrables, virus informáticos (siempre aconsejados por un vecino más mayor que nosotros), aventuras que nadie sospecharía, y que no voy a desvelar.

Pero al final, siempre acabábamos en las acampadas de los Scouts, descubriendo el país, explorando el cielo en busca de OVNIS , la tierra, en busca de tesoros y gamusinos, divirtiéndonos , cada cual en su rama correspondiente.

Ahora, volviendo la mirada hacia atrás , cuando vivo en una masía apartada y lejana , me pregunto si acaso no hemos salido todavía del milagro.

No he regresado a aquella ciudad desde hace años. Pienso, tal vez equivocadamente, que volver sería un error, que es mejor dejar el recuerdo incólume, porque la memoria ha optado por lo mejor, y lo mejor es recorrer aquellas calles desde esa memoria purificada, sintiendo al rememorar nuestras aventuras, que jamás hubo sufrimiento, que todo sucedió de la manera más hermosa que nunca pude haber imaginado.

Por ello, hoy, al encontrar aquella breve narración, que un día de aquellos, dichoso e imaginativo, compuse, he pensado en vosotros, y en todas las aventuras que no olvidaremos, y en todos los rincones donde estuvimos explorando, a la búsqueda de ese espacio donde la magia aún subsiste, como el aire de esas cámaras sepulcrales egipcias, que , aunque no respirado por nuestros pulmones, es el mismo aire que envolvió nuestros sueños de grandeza.