A
Robert Zemeckis, gracias por soñar el Delorean con que llevarme cual
Arca de Noé, a este barco ballenero llamado Pequod, o también,
Futuro.
CARTA
PARA ENRIQUE QUE DESEA CONOCER SU FUTURO (ENTREGÁRSELA EL DÍA QUE
CUMPLA DOCE AÑOS)
“–Eh,
Doc, ¿adónde irás ahora?¿Regresarás al futuro?
–No,
yo ya he estado allí.”
“Aquí
era donde veníamos, pensé,
de
aquí para allá, por los prados,
hará
cuarenta años ya”.
Ray Bradbury
Querido
Enrique, extraño niño, que debe haber conocido los años y
contemplado el tiempo y olido la dulce muerte de las flores de papá:
Hoy es el último día de 2001. Hace una tarde
cenicienta, y te escribo desde un ordenador, uno de esos IBM que tú
tanto soñabas, en la tranquilidad de mi habitación ( la misma en la
que duermes cada noche). Hace años trasladé mi estudio a mi
dormitorio, que he ido llenando de libros y revistas.
Hoy es un día para recordar lo acontecido este año,
aunque ya lo haya rememorado en los últimos días. Anoche escribí
el último poema, después de venir de Alquerías donde vi con mamá
y la tía Encarnita el Belén viviente. Me gustó muchísimo.
Alquerías está muy cambiada, y un poco también Burriana. Ya ves,
estoy en el futuro, en el inicio del siglo XXI, ese siglo que tanto
te fascina y que tanto anhelas, para cumplir tus sueños de niño,
que no he olvidado. Esta carta es testimonio de ello.
Supongo que te alegrarás de recibir esta carta. Pocos
niños pueden recibir una carta de su yo adulto. Porque sí, ya soy
un adulto, y en una cierta crisis de madurez. Ser adulto no es del
todo bonito. Te hace ser libre, pero también responsable, y los
miedos, esos malditos miedos, que a ti te atemorizaban, han cambiado
por otros, pero más o menos siguen siendo los mismos.
Todavía no han inventado la máquina del futuro, ni
creo que la inventen. Eso dejémoslo para los astrónomos, pero
espero que esta carta te llegue a través de algún sortilegio, como
los que aprende Harry Potter, un niño que se ha hecho famoso, y con
el que los que nos sentimos aún niños, no hemos perdido la
esperanza. Yo escribía un diario desde los catorce años. Todavía
no lo he dejado. Arranqué muchas páginas, ya ves, obsesiones mías,
pero aún no he encontrado el diario en que nos citemos para vernos.
Decía que no han inventado la máquina del futuro, pero
sí Internet, que es la conexión de muchos ordenadores que se
comunican entre sí enviando información a través de una Red. Este
invento está cambiando el mundo, y yo mismo tengo acceso a él.
Antes de comenzar el siglo, mientras estaba en
Inglaterra, me fascinaba la idea de entrar en el 2000. Reflexioné
sobre ello, y me salió un poema, el Símbolo del futuro, que es una
añoranza de la infancia en la que tú estás, y más que una
añoranza, una demanda radical. Pues ya lo sabes también, escribo
poemas, y algunos son bastante buenos. Ahora estoy ordenando unos
poemarios, y me siento poeta ante todo, una vocación que despertó
en mí en la adolescencia, poco tiempo después de tu época, aunque
para ti los años sean eternos. A mí este 2001 me ha pasado
rapidísimo. Ha muerto George Harrison, no sé si te acordarás, un
miembro de Los Beatles. La verdad es que estamos en un tiempo
crucial, de revelaciones y crisis mundiales. En setiembre atentaron
unos terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York, por medio
de dos aviones. Jamás hasta ese día había visto algo tan
espectacular.
Este año ha tenido un buen balance. He finalizado un
curso de Biblioteconomía (quiero ser bibliotecario), y he sacado
buena nota, un siete, aunque me ha agotado, porque como te contaré
después sufro una enfermedad. He estado trabajando en una biblioteca
en Castellón, la de Rafalafena. También lo hice en una de
Inglaterra, en Folkestone. El verano ha sido playero y he
profundizado en el itinerario del Grial. Vengo desde 1998 escribiendo
un libro sobre unos chicos que van en busca del Santo Cáliz. Es una
historia de aventuras, de sueños, donde vuelco todo mi ser infantil
y adolescente, como en Los Goonies, película que no sé si habrás
visto, como tampoco sé si habrás visto Cuenta Conmigo. Harry Potter
se ha convertido en un mito como ET. Sé que tú también escribes
cuentos de humor, que hacen bastante gracia. Debo de conservarlos por
algún sitio.
Este verano he estado informatizando la biblioteca de
los Carmelitas. He conocido a un fraile llamado Josemi, que me ayuda
bastante, creo que el proyecto aún durará un año, pues son casi
4000 libros, y aún no he llegado a mil. También voy al rugby en
Castellón. Solo entreno, y me va bien. Es un deporte bonito, al que
llegué por medio de Javi, que estudiaba en el Ribalta, y jugaba en
el equipo. El Ribalta es el precioso instituto donde he cursado
Biblioteconomía.
Recuerdo dos días muy especiales a principios de año.
El día en que fuimos al Grao de Castellón para ver un
barco-biblioteca( íbamos Nelia, Darío, María José y Aida), y el
día de marzo en que nos fuimos los de la clase a Valencia, a visitar
el Archivo del Reino. En Valencia estudié en 1992 Geografía e
Historia, pero me lo tuve que dejar, ya que me trastorné.
También recuerdo con mucho cariño el viernes último,
cuando fui a visitar a David, el de la pandilla, hacía la tira de
años que no nos veíamos, y tuvimos una gran alegría al
reencontrarnos . Es curioso como los amigos que luego dejas vuelven a
ti por un destino algo misterioso, y los valoras más que cuando
juntos vivíamos, vives, la eclosión a la vida, a la fantasía, a
la aventura, a los juegos. El fruto de ese encuentro surgió anoche
en Hay poema.
Ahora estoy interesado por el libro, al que llamo
Serpens, y que quiero que se titule El sueño de la Serpiente, y la
Poética, que inicié en el verano de 1998, gracias a Octavio Paz. En
ella reflexiono sobre el enigma que representa la Poesía. Ahora
tengo un poco abandonados ambos proyectos, pero espero sacarlos
adelante. Al principio estaba fascinado por estar en 2000, pero ahora
ya me he acostumbrado. Sé que para ti representa mucho. También
estudio tercero de inglés. Se puede decir que he acabado los
estudios ( tengo 27 años), y ahora estoy buscando un empleo, a ser
posible de bibliotecario.
Es curioso como David y yo vivimos tan cerca, en la
misma casa que ahora habitáis. Las cosas no han cambiado tanto, y
alguien dijo que nunca se sale del milagro. Creo que estarás
inquieto por lo de mi enfermedad, de la que estoy casi recuperado.
Pero prefiero dejarlo para mañana, que será Año Nuevo, para acabar
de relatarte tu futuro. Nos vemos.